Una vez vi lo que fue sufrir,
entonces me agarré al dolor
como un niño que agarra un globo,
e intenté volar,
subir y querer como los demás
estar de moda,
sólo por no sentirme solo en esta bola,
que gira y no controla,
que sólo le da vida
a quien de falsos se rodea,
y se mienten si se sienten entre el lodo.
Entonces desperté,
miré a ambos lados y me dije:
¿Pero qué hago yo aquí?
Aguantando tanto despojo
y ocultando sentimientos…
¿Me gusta realmente?
¿Disfruto de la vida a cada instante?
Fue así que comprendí y partí,
me armé de valor y guiado por el miedo
me fui desviando del camino,
no huyendo sino controlando lo vivido,
aprendiendo de los sustos y de la gente,
de las miradas ausentes
y de las caricias de las malas mentes,
otras eran buenas y yo me encontraba distante.
Así se crece, fui volviéndome mas fuerte,
rompiendo moldes, llorando en las esquinas,
conquistando ruinas y riendo cuando las riendas
estaban de suerte,
así es mi vida y mi constante,
ahora escribo, perdido en la ciudad latente,
soy conciente que no encajo,
que salí de la isla para encontrarme,
para conocerme y valorar mí trabajo,
pero no lo haré hasta que no vuelva
y descubra que es allí donde esta la raíz
que crece dentro de mí por siempre.
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