Ralladas mentales

A mi es que me gusta
el agua que baja,
la luna que se esconde,
la pieza que encaja
aun herrándose para el hombre,
ese que canta sin música,
de donde obtiene su fuerza.
Las vitaminas que no regresan
de la fruta al exprimirla,
el callar y sentirlas,
las gotas de lluvia,
las lágrimas en tu cara
o en tus mejillas.
Tu ropa moderna,
pasear por el lago de tus cosquillas,
por el largo de tus piernas,
ver correr esa ardilla,
ver su esencia y recorrerla,
morderla poco a poco,
tener mirada de hielo
pero que ardas si te toco.
Ir buscando aventuras,
temer la hermosura
de una metáfora que no llega,
a la primavera,
miedo a esperar por nada,
y dormido rimarlas sin sentido,
sólo la tinta que llevo,
reirme si estoy deprimido,
ahí tengo ya otro escrito nuevo.

Ya te gustaría
que te llenara de versos,
despertarte con abrazos.
Te acariciaría
con palabras, buscándolas,
esdrújulas subidas de tono,
llanas o agudas bañadas
con el aroma de tus ojos.
Niña que despierta mis sentidos,
delirios imaginarios,
tus labios, tus enojos,
el rojo color de tus pasiones,
yo camino entre fracciones
de tu rostro cual calvario.
Rima de mis amores,
de sabores dulces
y tenues respiraciones,
tus antojos, y lejos
del néctar de las flores,
jirones de las almas
rotas que recojo.
Preso en agrios pensamientos,
donde se esconde mi musa,
para lucir en cada frase,
mi cura o mi arte
que es el faro de tu cintura,
la hermosura y costa
que separa mi horizonte.

Escrito dedicado a Luz Macarena Pérez Pérez