Tu rostro, ese mundo de ensueño
y yo rumbo quiero con mi velero,
ese brillo de tus ojos será mi faro
y el puerto de tus labios, mi empeño.
De tu simpatía ser capitán y dueño,
anudando las palabras con esmero,
cartografiar de tus lunares el sendero
y recorrerlo por tu cuerpo cual diseño.
Malos días, quemarlos como un leño
y que frases cuenten algo efímero,
más por ser, tu sonrisa embarcadero
y la timidez de tus mejillas, mi amaño.
Del verano de tu cuello hacia otoño,
escalofrío que produce tu suspiro,
la isla en el mar de tu saliva, mi retiro,
morir al atardecer de tu pelo castaño.
Puede que leyenda solo sea un sueño
porque solo la cuenta un marinero,
uno que, solo quiso ser aventurero
y naufrago de tus encantos, mi cariño.
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