""1er episodio""
-¡Izad las velas!- Dijo el marinero,
él que fue centinela de sueños efímeros,
infiernos en esas largas y solitarias mareas,
momentos lúcidos, en el que la mente pasea.
Ciego de angustia, cual flor mustia, murmuró,
lágrimas mezcladas con sudor de un susto,
miró alrededor, cuatro paredes muertas,
única sensación la de tener cadenas puestas.
Ventana empañada de rabia, al capitán vio,
con maña la abrió y al horizonte grito:
-¡Es mi velero!- Un frío extraño le despierta,
preso de sus delirios engañados por la tormenta.
A la orilla, guiado por eso que brilla, se acercó,
un trozo de cristal roto lo que el sol reflejó,
un barco encallado y un destello, se acerca,
recuerda la causa por la que aturdido se encuentra.
Mira la cabaña, vieja, pero… -¿Llegué ahí solo?
entre jirones y alucinaciones se preguntó.
Una voz, cálida emoción tenue, paciente espera,
Rostro ausente, carente de expresión, rara.
Su chica, la misma que curó y trasladó,
dentro de esa extraña cabaña vieja y en depresión,
verla fue lo que llevó a volver a tener memoria,
y acordarse de que por ella, la estrella, caería.
Por seguir y eludir los mapas del alma e intuición,
por perseguir la acción del trauma que añoramos,
perdió la cabeza y su barco roto en granito y pizarras,
la misma perdición que tejió su corazón de amarras.
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